El dolor que significa nacer mujer tiende a entenderse cuando los años, los kilos, las ansias y las
canas llegan, tocan la puerta y deciden quedarse; habitarnos como si fuéramos suyas, pertenecientes a nostalgias, frustraciones y necedades que ni siquiera son nuestras. La herencia de ser hija de la hija de tu abuela, de ser cargada y cargar tu decendencia; de llorar por la familia ante la pérdida, de sanar al hablar las guerras que tantas hemos vivido, de las cicatrices que todas escondemos. Desde su cariño, Andrea Ro Riggen nos retrata su historia, el resignificar desde nosotras y para nosotras, con nuestros talentos, recetas e imperfecciones, encontrarnos hermosas desde la raíz y hasta las arrugas. A través de la apropiación y lo colectivo, Andrea Godínez utiliza la técnica del collage invitándonos a ver desde su altura, sentir sus pensamientos y vivir parte de su proceso. Acercarnos a las texturas, respirar el duelo, aceptar las despedidas. Este proceso, tanto individual como familiar, nos da la posibilidad de vernos en el espejo, ver a nuestra madre, hermana y abuela con nosotras, en cada sonrisa, duda y miedo. Entender que no solo este dolor no es nuestro, pero que también es un maestro que nos recuerda que no estamos solas, que muchas por venir tendrán una historia diferente gracias a nuestras grietas, que al final de todo, lograremos ser y amarnos por las mujeres que somos.
Texto curatorial por Norma Lamadrid
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